Llegas y tu perfume llena la habitación. Y no hablo del perfume de marca, no, es el perfume de tu piel el que se apodera de todo mi ser.
Tu mirada, con esos ojos color miel en los que sin esfuerzo me puedo perder por horas. Esa mirada en la que el cielo mismo puedo poseer tan sólo con ver que es la mirada de un ángel la que de frente tengo. Tus ojos, reflejo del alma. Alma pura que de bondad llena todo lo que toca.
Y tus manos, tu piel, se hacen sentir aun sin tocarme. Se percibe tu energía en el ambiente y transmites sin hablar esas ganas que tienes de amar y ser amada. No hablo de sexo, sino del deseo de sentir el cuidado y protección de unos brazos que rodeen tu cuerpo para sentir su calor, hablo de la palabra amable y cortés que te hace sentir especial aunque de muchos la escuches sabes que sólo de un es dicha con verdad. Hablo también de la caricia al alma, esa que no se ve pero se siente, la que tu ego eleva y en tu ánimo se refleja.
Y es que al presentarte en este sitio de inmediato se percibe tu esencia, esa de mujer atrevida, valiente y entregada, la mujer que puede ser amada y seguir conservando su independencia,
Entras al aposento y de inmediato siento que la mujer coqueta y sensual a llegado, sí, mujer que se sabe poseedora de bella sonrisa, esa sonrisa que me hipnotiza y me hace tu esclavo.
Mujer que su sensual figura me presume porque sabe que mi fuego consume toda su exquisita figura. No es mujer de formas voluptuosas; mas bien figura fina, pero con el volumen exacto para hacer las caricias encender y lograr de mi el deseo de amarla suave y desenfrenadamente.
Eres mujer de la que me gusta sentir ese sudor en su cuerpo, probar ese sabor salado de cada gota la recorre después de hacer el amor en una noche de Octubre.
Eres tú la que llena mis sentidos, a la que amo y deseo sea dueña de todos mis latidos.
10 Diciembre 2019
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10 Diciembre 2019
Cuando te haces presente |
