Caminar sin rumbo fijo, caminar hasta donde nuestras piernas nos lleven. Y cuando nos cansemos, recostarnos en la arena, que nos alcanzara la noche y comenzar a ver las estrellas.
Contemplar la luz de la luna dibujando sombras en tu rostro. Cantarte al oído la canción más bella.
Tal vez no necesitaríamos decir nada, sólo quedarnos ahí en silencio hasta que nuestros cuerpos rendidos por el cansancio de la caminata nos obligaran a dormir.
Te ofrecería mi pecho para que descansaras y te abrazaría para mitigar el frío de la madrugada.
Y al despertar por la mañana, con un beso tierno te daría los buenos días y comenzaríamos de nuevo ese viaje sin fin que habría comenzado solo por tomarnos de la mano.
Te ofrecería mi pecho para que descansaras y te abrazaría para mitigar el frío de la madrugada.
Y al despertar por la mañana, con un beso tierno te daría los buenos días y comenzaríamos de nuevo ese viaje sin fin que habría comenzado solo por tomarnos de la mano.
28 Noviembre 2018
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